La Adrada (Ávila)

Situada en el corazón del Valle del Tiétar, entre montañas, ríos y bosques de pinos, La Adrada es uno de los pueblos más bellos de Ávila. Su ambiente medieval, sus calles empedradas y su riqueza natural la convierten en una escapada perfecta para los amantes de la historia, la naturaleza y la tranquilidad.

 

La Adrada conserva un patrimonio lleno de encanto que refleja su pasado noble y medieval. El Castillo de La Adrada, también conocido como Castillo de Don Álvaro de Luna, es su monumento más emblemático; una fortaleza del siglo XIV que hoy alberga el Centro de Interpretación Histórica del Valle del Tiétar y ofrece magníficas vistas del entorno. En el corazón del pueblo se encuentra la Plaza de la Villa, un espacio animado con terrazas y ambiente rural, ideal para disfrutar de la vida local. El Casco Histórico, con calles empedradas como la Calle Larga o la Plaza del Riñón, muestra casas de piedra con balcones de madera y flores en las ventanas. Entre sus edificios religiosos destacan la Iglesia del Salvador, templo gótico del siglo XVI con un retablo barroco, y la Ermita de la Virgen de la Yedra, dedicada a la patrona del pueblo. También sobresalen sus puentes medievales  Mosquea, Nuevo, Martinete y Viejo que cruzan gargantas y ríos, y la Casa del Tío Talis, construida en 1783, ejemplo de la arquitectura tradicional del valle.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El entorno natural de La Adrada es un auténtico paraíso para los sentidos. El Charco de la Hoya es uno de sus rincones más visitados: una cascada y charca de aguas cristalinas perfecta para el baño o el descanso. En las afueras se encuentra el Jardín Botánico del Valle del Tiétar, que alberga más de mil especies vegetales autóctonas y exóticas. Las gargantas de Hornillos y Santa María forman paisajes de gran belleza con chorreras y pequeños saltos de agua, mientras que las rutas que recorren el Valle del Tiétar permiten disfrutar de paseos entre montañas y pinares, con vistas impresionantes de la Sierra de Gredos.

Los miradores de La Adrada permiten contemplar la riqueza natural del valle en todo su esplendor. El más destacado es el Mirador Astronómico, perfecto para observar las estrellas y disfrutar de noches despejadas bajo un cielo limpio. En los alrededores hay varios miradores naturales que regalan panorámicas únicas, especialmente al atardecer, cuando los tonos dorados se mezclan con el verde de los pinares.

 

La Adrada es un pueblo lleno de vida y tradiciones. Cada primavera celebra su famoso Mercado Medieval, donde las calles se llenan de puestos de artesanía, música y recreaciones históricas que transportan a otra época. En el casco urbano se puede admirar la escultura “La Niña de La Adrada”, obra del artista Luis Arencibia, símbolo de la identidad y la inocencia del pueblo. Su gastronomía también forma parte de la experiencia: las patatas revolconas, el salmorejo templario y los quesos de cabra Monte Enebro, elaborados artesanalmente, son imprescindibles para saborear la esencia local.

Escalona (Toledo)

Escalona es una villa medieval junto al río Alberche, con orígenes que remontan a épocas romanas y árabes. Su imponente castillo, su muralla, puertas, iglesias y un casco histórico lleno de historia hacen de este pueblo un destino fascinante para quienes buscan un viaje entre cultura, tradición y paisaje ribereño.

 

El Castillo de Escalona, levantado sobre bases romanas y ocupado luego por musulmanes, destacó en el siglo XV bajo Don Álvaro de Luna como palacio-fortaleza combinando estilos gótico y mudéjar. De él aún se conserva la torre del homenaje, parte del salón principal, aljibes y restos decorativos interiores. La muralla medieval, construida tras la concesión de la carta puebla, rodeaba la villa con almenas y torres, aunque ahora restan lienzos dispersos. La Puerta de San Miguel también llamada Arco de las Campanas era el acceso principal, reforzada con torre de vigilancia; la Puerta de San Ramón se abría en días de feria. La Colegiata de San Miguel Arcángel, sobre una iglesia románica previa, guarda un retablo barroco dedicado a la Inmaculada Concepción, con su torre campanario exenta. La Plaza del Infante Don Juan Manuel, centro urbano porticado, conserva columnas que provienen del antiguo patio del castillo. Allí está también la Casa del Concejo, antigua sede municipal desde 1484, hoy biblioteca y archivo histórico. El Convento de la Encarnación es otro edificio religioso del siglo XVI que aún se mantiene en la villa. Y la Torre del Agua, construida en los inicios del siglo XX para abastecer al pueblo, fue rehabilitada como Oficina de Turismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escalona se funde con su entorno ribereño junto al río Alberche, que atraviesa la villa y forma arenales y zonas de paseo junto al agua. Desde sus miradores sobre el Alberche se contemplan vistas del valle y del castillo desde la orilla opuesta. Caminando junto al río y a lo largo de los muros de la muralla se descubren tramos de sendero que revelan rincones naturales con vegetación de ribera y cursos de agua.

 

Escalona es protagonista en episodios del Lazarillo de Tormes, por ejemplo en su Plaza del Infante Don Juan Manuel, donde Lázaro hace tropezar a su tío con una columna originalmente del castillo. Las fachadas del pueblo exhiben una Ruta de Murales, obras de arte urbano que relatan su historia, vendimias, oficios y escenas literarias. Durante las jornadas culturales medievales, el castillo revive con recreaciones históricas y escenificaciones.

 

El Tiemblo (Ávila)

Situado en la vertiente sur del Valle de Iruelas y muy cerca de la Reserva Natural, El Tiemblo combina naturaleza, misterio y patrimonio antiguo. Sus bosques de castaños, esculturas prehistóricas y monasterios en ruinas se entrelazan con tradiciones modernas como el Poblado de los Duendes, creando un destino único para explorar.

 

Entre sus monumentos destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, edificada en estilo gótico isabelino en el siglo XVI (con torre del XV), que conserva retablos del siglo XV-XVI y esculturas devocionales. El Monasterio de San Jerónimo, fundado hacia 1375, presenta restos de su antiguo claustro y muros laterales, mezclando estilos renacentistas y góticos en ruina. En el casco antiguo sobresale el tradicional Horno de Tinajas, del siglo XIX, ligado a la industria del vino local, y la Ermita de San Antonio de Padua, construida en el siglo XVIII. No puede faltar la presencia de los Toros de Guisando, cuatro esculturas de granito vetón de época prerromana que representan verracos y son uno de los símbolos más emblemáticos del municipio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Tiemblo está inmerso en la Reserva Natural Valle de Iruelas, donde el Castañar de El Tiemblo destaca por sus ejemplares centenarios y sus colores otoñales vibrantes. El Charco del Cura, formado por el río Alberche, es un tramo de aguas tranquilas perfectas para pasear junto al río. Los bosques de pinos y castaños, arroyos y gargantas completan el paisaje, que invita al senderismo, la contemplación y el contacto directo con la biodiversidad local.

 

En puntos elevados del municipio y en la entrada al castañar se han habilitado miradores con vistas al valle, al bosque y a los perfiles del horizonte de Gredos. Algunos rincones permiten admirar el conjunto del pueblo con los Toros y el valle al fondo en un solo encuadre mágico.

 

El Poblado de los Duendes es un proyecto artesanal contemporáneo ubicado en el Castañar, creado por el artesano José Luján: pequeñas casas, cuevas y escenarios que evocan un mundo mágico entre robles y raíces. Está abierto al público y alimenta la imaginación de niños y mayores. También es relevante la tradición vitivinícola antigua dada la existencia del horno de tinajas y la vinculación con antiguas rutas agropecuarias.

San Martín de Valdeiglesias (Madrid)

San Martín de Valdeiglesias se alza en la Sierra Oeste madrileña como un lugar donde convergen naturaleza, historia y vino. Su cercanía al Pantano de San Juan, sus rincones antiguos y sus viñedos hacen del pueblo un destino ideal para escapadas culturales y de descanso con muchas posibilidades al aire libre.

 

El símbolo más reconocible es el Castillo de la Coracera, una fortaleza del siglo XV mandada construir por don Álvaro de Luna, ahora rehabilitada y visitable con vistas al casco y al valle. En el centro urbano se encuentra la Iglesia de San Martín Obispo, reconstruida en el siglo XVII sobre un antiguo templo, con un retablo barroco y varias ermitas históricas como la Ermita de la Sangre, la Ermita del Ecce Homo o la Ermita de la Virgen de la Nueva, muchas de ellas con estilos gótico o barroco y vinculadas a episodios locales de fe y conflicto. También destaca la Plaza Real, eje del casco histórico donde se sitúa el Ayuntamiento y se inician las visitas patrimoniales, y la presencia de antiguas bodegas (como Tierra Calma, Don Álvaro de Luna) que apuntan al legado vitivinícola local.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

San Martín de Valdeiglesias está rodeado de un entorno natural vibrante. El Pantano de San Juan es su gran atractivo acuático, con 14 km de costa y la conocida “playa Virgen de la Nueva”, ideal para bañarse, navegar y practicar deportes acuáticos. También se puede hacer kayak, paddle surf, senderismo y escalada en sus márgenes. El Bosque Encantado, jardín botánico con más de 300 esculturas vegetales vivas, transporta a un mundo mágico entre árboles y rincones sorprendentes. Además, los pinares, madroñales y senderos del entorno invitan a explorar rutas a caballo, a pie o en bici, mientras se respira el aroma de tomillo y romero propios de la sierra.

 

San Martín no es solo naturaleza y monumentos: su herencia vitivinícola es clave, ya que forma parte de la Denominación de Origen Vinos de Madrid, con bodegas locales que ofrecen rutas y catas. En lo festivo, sus ermitas tienen historias particulares: por ejemplo, la Ermita de la Sangre suele mencionarse por su nombre debido a un enfrentamiento histórico entre los vecinos y el Duque del Infantado. Además, el municipio forma parte de la Red de Pueblos Mágicos desde 2024, subrayando su atractivo entre patrimonio, paisaje y cultura.

Casillas (Ávila)

Situado en pleno corazón del Valle del Tiétar y rodeado por un inmenso mar de castaños, Casillas es un pequeño pueblo abulense con un encanto rural inigualable. Su entorno natural, sus tradiciones y su cercanía a la Sierra de Gredos lo convierten en un destino perfecto para los amantes del senderismo, el turismo tranquilo y los paisajes otoñales.

 

El casco urbano de Casillas conserva la esencia de los pueblos de montaña, con calles estrechas y empedradas, casas de piedra y tejados rojizos que se adaptan al desnivel del terreno. En el centro destaca la Iglesia Parroquial de San Benito Abad, un templo del siglo XVIII de estilo sobrio, levantado con granito y adornado con una sencilla espadaña. También es interesante la Fuente de los Cuatro Caños, punto de encuentro vecinal y uno de los elementos más antiguos del municipio, y el antiguo lavadero, que recuerda la vida rural de antaño. Las pequeñas plazas y rincones tradicionales del casco antiguo mantienen viva la imagen de un pueblo de montaña lleno de autenticidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La naturaleza es el alma de Casillas. Su principal atractivo es el Castañar de Casillas, uno de los más extensos y bellos de toda Castilla y León, especialmente impresionante en otoño, cuando los tonos dorados y rojizos cubren el valle. Entre los senderos más populares se encuentra la ruta al Mirador del Risco de la Sierpe, desde donde se contemplan panorámicas excepcionales del Valle del Tiétar y, en los días despejados, de la Sierra de Gredos. También merece la pena visitar el Paraje de la Fuente del Castañar, ideal para descansar bajo la sombra de los árboles centenarios. En sus alrededores abundan rutas para hacer a pie o en bicicleta, con caminos que se adentran entre arroyos, robledales y pinares.

 

Casillas es conocido como “el paraíso de las castañas”, gracias a la enorme producción de este fruto, que ha sido la base de su economía y gastronomía durante siglos. Cada otoño se celebra la tradicional Fiesta del Castañar, donde los vecinos organizan degustaciones, rutas guiadas, música popular y actividades relacionadas con la recogida y el asado de castañas. Además, en los alrededores del pueblo se pueden encontrar hornos tradicionales de secado y restos de antiguas construcciones ganaderas. Su gastronomía, sencilla y montañesa, se basa en productos locales, con especial protagonismo de las setas, los guisos caseros y los dulces elaborados con castañas.

Piedralaves (Ávila)

Ubicado en pleno Valle del Tiétar, entre montes y gargantas de agua cristalina, Piedralaves es uno de los pueblos más bellos y pintorescos de Ávila. Su entramado de calles empedradas, sus casas de piedra y madera y su entorno natural lleno de vida lo convierten en un destino perfecto para los amantes de la naturaleza y la tranquilidad rural, con una mezcla ideal de historia, senderismo y descanso.

 

Piedralaves conserva el encanto de los pueblos serranos con una arquitectura tradicional de casas de piedra, balcones de madera y calles irregulares. En el centro destaca la Iglesia de San Antonio de Padua, del siglo XVII, que combina elementos barrocos y renacentistas y guarda un bello retablo. La Ermita de San Roque, situada en una pequeña loma, ofrece unas vistas preciosas del casco urbano. Otros puntos de interés son el Puente Romano sobre el arroyo de Nuño Cojo aunque su origen es medieval y el Puente de los Molinos, testigo de la actividad agrícola de siglos pasados. Además, en el casco antiguo se encuentra la Casa de los Frías, una de las edificaciones más representativas de la arquitectura popular del Valle del Tiétar, con entramado de madera y piedra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El entorno natural de Piedralaves es un auténtico paraíso. La Charca de la Nieta y la Charca de la Trampalona, formadas por el arroyo Nuño Cojo, son dos piscinas naturales ideales para bañarse en verano o disfrutar de la calma en invierno. El pueblo está rodeado de bosques de robles, pinos y castaños que cambian de color con las estaciones, ofreciendo paisajes de gran belleza. Desde el municipio parten varias rutas de senderismo, como el Camino del Boquerón, que asciende hasta miradores naturales con vistas a la Sierra de Gredos y al Valle del Tiétar. En los alrededores, los amantes de la naturaleza pueden disfrutar de la Garganta de Nuño Cojo, del Paraje de la Charca de la Nieta, y de un entorno repleto de arroyos, cascadas y caminos sombreados.

 

Los miradores naturales de Piedralaves permiten contemplar una de las mejores vistas panorámicas del valle. Destaca el Mirador del Boquerón, punto clave para observar el amanecer sobre los montes de Gredos, y el Mirador del Cerro, desde donde se aprecian las típicas casas del pueblo encaramadas a la ladera. Cada rincón del municipio ofrece una postal distinta, desde los puentes sobre el arroyo hasta las callejuelas empedradas llenas de flores.

 

Piedralaves conserva vivas sus tradiciones populares. En agosto se celebra la Fiesta de San Roque, con encierros, música y procesiones llenas de color, mientras que en Navidad se organiza un Belén Viviente que recorre las calles del casco histórico. Su gastronomía se basa en productos locales, como las migas del pastor, las patatas revolconas y la carne de ternera avileña, acompañadas de vinos del Tiétar. Además, Piedralaves forma parte de la Red de Pueblos Mágicos de España, un reconocimiento a su autenticidad y a su equilibrio entre patrimonio y entorno natural.

Reservas y Contacto

Solo WhatsApp: 918 64 00 43 (Sonia)

E-mail: infocasarurallavid@gmail.com

 

Acceso en bus 545 y 546 desde Intercambiador P.Pio Madrid

 

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